—Quiero escuchar mi canción favorita, le dije a ella.
Entonces sonreí ante el ritmo de aquella melodía, tan suave y llena de recuerdos.
Poco a poco, sentí mi mano cayendo, mi pulso se fue desvaneciendo, la muerte subió a la cama conmigo.
Todo esto mientras mi amada esposa no dejaba de cantar, a pesar del llanto.