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Aspectos intelectuales, imaginativos, románticos y emocionales. Eso es lo que confiere al sexo sus sorprendentes texturas, sus sutiles transformaciones, sus elementos afrodisíacos.

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Hicimos el amor por primera vez en nuestra vida. No es por pudor –algo que no tiene espacio en estas líneas– que apenas hablaré de aquellos gestos, aquellas sensaciones, sino porque, de hecho, no tuve en ningún momento conciencia de lo que me estaba sucediendo. Ella, aunque estaba completamente desnuda, aunque estaba más viva que nunca, parecía tener un contorno infinito, irreal. Era, sucesivamente, una boca con la piel de los labios sosa, un pecho pequeño, oleadas de cabello extendidas en el cojín, una respiración agitada. Cuando entré en ella, todas estas impresiones en mosaico se fundieron como si hubiera empezado a destilarse, blandas como la plastilina e igualmente coloridas, con el mismo olor como de semillas de lino. Tuve de repente el sentimiento del todo. Era una luz pálida, una tensión sin límites, una intuición sin comunicación. Permanecimos un instante así suspendidos y luego, como las lagartijas por la mañana, nos desentumecimos poco a poco, volviendo a nuestra vida limitada.

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Tú estás aquí, en las voces de mis venas, en la sangre que transita por todas mis arterias, en el eco de mi corazón cuando se agita en tu ausencia y en la locura de mis labios cuando, entre sueños, te besan.

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Lilith no se conforma con alimentarse de los hombres, de los que extrae la vida con un simple toque de su lengua.
Le gusta la belleza femenina, la goza y la bebe hasta la última gota.