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En cada respiro, sentirte se traduce a vida. Es abrir el corazón para dejar entrar el amor que emanas, para dejarme acariciar por la preciosa melodía de tus maneras. Deseo enaltecer con sagrada devoción tu alma, cubrir con luces de ternura cada rincón de tu piel y abrazar tu corazón con la dulce intención de besarlo entre delicados soplos de suave terciopelo. Tú eres, canto divino, la hermosa manera que tiene el Universo de mostrar su belleza.

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Siento que pendes del hilo de mis sueños, como una pluma que, tarde o temprano, se soltará y volará por los aires, alejándose rápidamente de lo que, en algún momento, juró que nunca iba a soltar.

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Escuchar tu voz al otro lado del teléfono, tu timbre enamorado y nervioso, tu sonrisa de niña evitando que descubra tu verdadera intención para conmigo. Me das ternura. Y sí, te quiero, te quiero como no creí jamás llegar a quererte, pues estaba acostumbrado a dejar entrar antes la pasión que el amor… Y la vida es amor, desde que llegaste tú.

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En sus brazos ausentes he sido el hombre más feliz. En su mirada que me mira a través de la distancia, en sus manos que escriben de mí y de lo mucho que me extraña, en su cuerpo que destila mi nombre más que cualquier otro que me tenga cerca. Su lejano amor me libera de todas las condenas. Me siento muy amado, aún sin verla.

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No quiero vivir contigo, quiero vivir en ti. Más hermoso e infinito es ser amado con la inquietud de la mente que alcanza a estremecer a la piel.
El ímpetu de la carne no roza siquiera las pestañas del alma.

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Finalmente uno está solo, hay que salir muchas veces con la propia compañía, hay que tomarse una cerveza con uno mismo, una cena, escuchar una canción, escribir y enamorarnos de lo que somos.

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Te esperaré aquí. Aprovecharé el tiempo para medir la puntería, para saber dónde te voy a colocar la bala. Tengo paciencia y tú no la tienes, así que esa es mi ventaja. Tengo mi corazón que resbala y da vueltas en su propia sangre, y el tuyo está desbaratado, revenido y lleno de pudrición. Ésa también es mi ventaja.

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Creí que no me iba a pasar, pero me pasó… y fue contigo; así, de la aparente nada, ya te tenía atravesado en los ojos, en la palabra callada, en las sienes que ya pensaban en cómo dejar llover en tus ojos las perturbadoras emociones que en mi plexo se formaban gracias a tu presencia perfumada de idilios y flores… de un adiós que, a la distancia, ya se asomaba.

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Estás loca, te quiero.
Tu sonrisa estridente no teme salir de tus labios, tus dientes no temen morder, tus ojos no temen cerrase cuando besas. Tú no sabes dar amor a medias.
Y no temes llorar si estás triste y no temes bailar aunque no sepas, y si algo no te parece justo no temes decirlo, y no temes abrazar y apretar con fuerza a las personas que quieres.
Y caminas despreocupada cuando la tarde cae y el sol se va ocultando y sin embargo no temes (Tengo dos teorías, la primera es que le temes a muchas cosas pero que simplemente eres muy valiente, la segunda es que en realidad no temes porque, como dije antes, estás loca)
Y tus dedos se enredan en los míos sin temor y, aunque el reloj nos diga que ya es tarde y debes irte, te acurrucas entre mi hombro y mi cuello, levantas la cara, me miras a los ojos y sin miedo dices esas dos palabras a las que yo tanto temo…


Te amo.

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Tu rostro no tiene nombre,
tu voz no tiene sonido,
tu tren no tiene número,
tu viaje no tiene horario,
pero yo sé que vendrás
con ese rostro,
con esa voz,
en ese tren,
cuando termine tu largo viaje.

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Me dijo su color favorito.
Me llevó al campo y volamos un cometa.
Me contó sobre su infancia y me dijo el nombre de sus abuelos.
Me hizo escuchar su canción preferida y me mostró sus lunares.
Después me recostó en su pecho hasta que me dormí.
Cuando desperté ya no estaba.

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Sabes no debería decirte esto… es solo que en noches de delirios me pongo un poco sentimental y a veces recuerdo todo lo que vivimos, no es que fuera para toda la vida, pero en esos años lo era todo para mí. Puede que haya sido un capricho, pero vaya que duró bastante.
En fin, estaba recordando la primera vez y todas esas sensaciones primerizas que fuimos descubriendo juntos al rozar piel con piel, he tenido relaciones con más personas y tampoco es que me queje, simplemente creo que me acostumbré mucho a cómo nos entendíamos en eso, vaya que éramos buenos.
Espero no incomodarte. Sólo recordaba una vez más, que buenos años.

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«Tomo otro café y fumo un cigarrillo mexicano dulce-azúcar, los cigarrillos mexicanos ardían de modo distinto… ardían caliente como si estuviesen vivos.»
-Charles Bukowski.