La estación de gasolina

Primer turno nocturno en una pequeña estación de servicio en una carretera, yo era el encargado de la tienda. Me tocó atender solo ya que durante la noche pocas personas pasan a comprar, además estaba bastante lejos de cualquier poblado, una carretera por dónde solo pasaban camiones y uno que otro viajero. Los federales de camino estaban afuera, de vez en cuando venían aunque sólo para entrar al baño o a resguardarse del frío que hacía afuera.
Como había pocas personas que pasaban a comprar me puse a mirar mi teléfono, eso me distrajo hasta que escuché la puerta abrirse, creía que era alguno de los despachadores, pero para mi sorpresa fue una chica muy linda quien había entrado. Su cabello era de color negro, bastante lacio y su piel era clara, sus ojos eran grises, pero reflejaban mucha tristeza.
-¿Puedo usar el baño?-, me preguntó de una forma muy monótona.
-Por supuesto- le respondí. -Son 15 pesos.
Ella se acercó al mostrador y me pagó con un billete de $20, luego se fue caminando hasta el baño. Pasaron cinco minutos cuando uno de los federales entró a la tienda y me dio una sonrisa como saludo. Le comenté de la chica que había entrado, como para saber si venía sola o en qué auto había llegado. El oficial me miró fijamente con cara de duda y me dijo que ningún auto había entrado a la estación desde hace por lo menos una hora. El otro federal entró a la tienda, él era un hombre ya mayor y muy serio, como me entró la duda respecto a la mujer que había entrado le pregunté lo mismo que al otro oficial, pero me dijo lo mismo, llevaba más de una hora sin pasar ningún vehículo.
-Ya sé -les dije fingiendo risa. -Se pusieron de acuerdo para hacerme una broma.

-Compa- respondió el mayor. -De verdad que no hemos visto ningún vehículo hace mucho rato.
Habían pasado unos quince minutos desde que aquella chica había entrado al baño y no salía, cosa que levantó sospechas. Fui directamente al baño de mujeres a llamar a la puerta,
-Un momento -se escuchó la voz de ella. -Salgo enseguida.
Eso me tranquilizó, volví al mostrador y noté que no había guardado el billete en la caja, noté que estaba muy maltratado, incluso manchado.
Lo guardé en la caja y al terminar escuché un fuerte grito, los federales que seguían dentro también lo escucharon, supimos de inmediato que venía del baño, corrimos a ver y abrimos la puerta. Al entrar nos dimos cuenta que el baño estaba completamente vacío, el lugar no tenía ventanas.
En la mañana, al llegar el siguiente turno, le hablamos de lo sucedido la noche anterior al supervisor, pedimos revisar las cámaras y descubrimos algo aún peor; aquella chica nunca entró al baño, siempre estuvo en la tienda al lado de nosotros, incluso después del incidente del grito, sólo estaba ahí de pie mirándonos fijamente desde una esquina.

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