Desde su columpio, la chica hablaba con la luna.
—¿Por qué mi madre siempre me golpea? —preguntó.
—Porque le recuerdas a tu padre —dijo la luna.
—¿Por mis ojos?
—No…, porque tampoco la amas.
Desde su columpio, la chica hablaba con la luna.
—¿Por qué mi madre siempre me golpea? —preguntó.
—Porque le recuerdas a tu padre —dijo la luna.
—¿Por mis ojos?
—No…, porque tampoco la amas.