Negro

El pequeño cachorro crecía de manera «normal», pero pronto pude ver algo extraño en él. Primero fueron aves y pequeños roedores que aparecían mutilados en la puerta de la casa, luego gatos y hasta perros de talla pequeña. Siempre me consideré un amante de los perros, fue lo primero que me motivo a rescatar a Negro, el pequeño cachorro que encontré al costado de la carretera. Nunca imaginé que meses después me arrepentiría de no haberlo matarlo la noche que lo encontré. Hoy los vecinos llegaron a mi puerta. Pedían la cabeza de Negro. Creían que había matado a Tomás, el vecino de cinco años que había desaparecido. Si no sintiera cariño por ese maldito perro no tendría un niño enterrado en el patio trasero.

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