El juguete

El juguete favorito de mi pequeño hermano era un espeluznante y desgastado simio parlanchín con traje de organillero encontrado en una venta de segunda mano. A veces afirmaba que el horrible objeto le invitaba a los lugares más ocultos de la casa, y aunque a nosotros siempre nos pareció una manera perturbadora de llamar la atención creímos que pasaría en un año o dos. Un día mientras buscaba mi sudadera favorita logré escuchar a mi hermano hablando solo bajo la escalera. Mi primer sorpresa fue encontrarlo junto a ese horrible muñeco sucio y carcomido por el tiempo y mi sudadera favorita. Lo reprimí diciéndole que ese apestoso muñeco de frases pregrabadas terminaría en la basura.
Mientras lo dejaba solo lo escuché susurrar al muñeco «no te enojes con él» y presionar el botón de sus tontas frases automáticas para decír en otro susurro de una voz chillona, como de un viejo de pocos dientes: «Yo espero en la oscuridad». Lo que me pareció extremadamente extraño y desagradable…
Fui a mi habitación y al no dejar de pensar en la extraña frase tome mi teléfono y busqué información sobre el muñeco. Imaginarán mi segunda sorpresa cuando entre sus características encontré que todos los modelos, que no se fabricaban desde hace años, tenían sólo tres frases programadas: «Hola, amigo», «Estoy muy feliz» y «Juega conmigo»…

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