:

Es mi fiesta de cumpleaños: hoy por fin cumplo ocho.
Mi mejor amigo Luis ha venido a jugar conmigo; lo trajeron sus padres.

Sin embargo, en la fiesta hay una anciana que no deja de mirarme. No la conozco, me pone muy nervioso. Me sonríe, pero yo sigo jugando sin hacerle caso. En cierto momento, la anciana y yo nos quedamos solos. Ella aprovechó para acercarse y me dio un beso que aterrizó casi en la boca. Esto me incomodó demasiado y empecé a llorar.

Por fortuna, mi amigo Luis vino para interrumpir la escena. Me jaló del pantalón mientras alzaba la cabeza.
—¡Ven abuelito! Mi papá ya te trajo tu pastel —giró para ver a la anciana—. Oye, abuelita, ¿hay cucharas?

Deja un comentario