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—¿Cómo? ¿No tienes coche?
—Bueno, la verdad no —dijo él, tímido y apenado—, pero tengo bicicleta, quizá podríamos…
—Olvídalo, esto no va a funcionar. Sólo me interesan los hombres con coche —dijo la fantasmal chica de la curva.

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