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Tras nuestra truculenta ruptura, mi ex novia se quedó con mi perro, y a diario le ofrece comida envenenada.
Él, tan listo como es, se ha negado a probar bocado durante días, pero hoy, para mi sorpresa, ha lamido el último filete que ella le acercó.

Me entristece saber que va a morir. Primero me llena de ternura que haya reconocido la mejilla de su antiguo dueño.

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