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Al abrir el barril, el olor putrefacto invadió el galpón. Sumergidos en un líquido oscuro, los brazos de las víctimas flotaban como espectros. Escuché la perturbadora risa del detective detrás de mí. Antes de reaccionar, un fuerte golpe me derribó al suelo, confundido y aturdido en la oscuridad.

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