:

Te esperé en aquel sitio, ese por el que ya no me atrevo a pasar.

Estaba ansioso por volver a verte. En ese entonces tú eras el amor de mi vida; no sabes cuánto duele decir la palabra «eras» en esa oración.

Me rompiste el corazón aquella tarde, pues no acudiste a ese reencuentro que yo tanto esperaba. De hecho, jamás te volví a ver.

Quise llorar… Admito que lo hice y no me da vergüenza. Esa misma tarde alguien más se me acercó. Una mujer cuya sonrisa recuerdo más que la tuya.
—¿Estás bien, niño? —me preguntó, luciendo su uniforme de oficial—. ¿Qué haces solo en esta estación?
—Yo… estoy esperando a mi madre —solté entre lágrimas—. Dijo que venía enseguida.

Deja un comentario